La globalización afecta a las sociedades de muchas formas. Una de ellas es en la alimentación. A lo largo de los años grandes empresas productoras de alimentos, como Mcdonald's, han ido expandiéndose alrededor del mundo. Estas son transnacionales, es decir no únicamente nacionales, que se instalan en otros países, imponiendo su producto ante la sociedad. Sin embargo, no es tan sencillo lograr la atención del público. Para esto, las estrategias de marketing y publicidad que utilizan son brillantes. Buscan la forma de llegarle a la persona del otro lado de la pantalla tenga la edad que tenga. Ofrece sus productos, los muestra muy sabrosos y sus beneficios. Ahora si tomamos el caso de Mcdonald's, los beneficios que esta puede traernos son nulos, ya que es comida chatarra perjudicial para la salud, por lo que enfocan la atención en otras cosas, como al ordenar una cajita feliz, los niños reciben un juguete de regalo, el cual por lo general está relacionado con las últimas tendencias, peliculas, videojuegos, también atraen por el lado de su bajo precio, de ser “fast food”, de rápida entrega. Además, en sus instalaciones incluyen un área de juegos para los más pequeños.
Este proceso no viene únicamente a ofrecer un nuevo tipo de comida, si no que logra corromper varios signos de nuestra cultura. Uno de ellos es la comensalidad. El hecho de comer y beber juntos alrededor de una misma mesa, en familia, compartiendo experiencias y manteniendo las relaciones entre la familia. Esto se ve cada día menos, hoy en día la gente pasa la mayor parte de su tiempo fuera de su casa, trabajando, y cuando llega la hora de comer el concepto de “vagabond feeding” los absorbe. La gente asiste a lugares de comida rápida que le hacen y entrega en pocos minutos o mismo ya está hecha. Comen allí, o en el lugar de trabajo, solos, para luego regresar a sus respectivas actividades. El compartir tiempo con la familia se ve dejado de lado e incitado por estas empresas, en algunos casos se logra realizarlo por la noche, al menos una vez al dia, pero es triste pensar que solo 1 vez al día la familia entera se reúne y comparte el momento. El comer se ha vuelto un “trámite”, ha dejado de ser un aspecto cultural muy importante y respetado.
Nuestra salud se ve severamente afectada también. La abundancia que esta modernidad trae aporta una libertad que hace que el régimen alimentario se convierta en objeto de decisión individual. Aquí es cuando el consumidor se inclina a elegir las comidas que permanente se ve rodeado o influenciado por, tomando malas decisiones, ingiriendo a diario comida no saludable. Tenemos como ejemplo el documental/experimento realizado por Morgan Spurlock llamado “Super Size Me”, en el cual se reta a durante 1 mes a comer como desayuno, almuerzo y cena en McDonald’s. Como resultado, su salud esta completamente deteriorada, inclusive termina siendo 2 veces mas propenso a sufrir de enfermedades coronarias. Podemos ver como elecciones de comidas “populares” pueden básicamente llevarnos a la muerte.
La crisis de los criterios de elección, de los valores alimentarios, la crisis de la simbólica alimentaria, la descomposición del comensalismo, todo ello nos conduce hacia el paso de la gastro-nomía a la gastro-anomía.El consumidor de alimentos moderno permanentemente sufre presiones múltiples y contradictorias a través de publicidad, medios de comunicación, sugestiones y prescripciones diversas, y sobre todo, cada vez más, advertencias médicas. La "libertad" anómica genera una tensión que crea ansiedad, y esa ansiedad lleva a su vez a conductas alimentarias aberrantes. Se puede decir que las nuevas elecciones llevan a una pérdida de la identidad personal y cultural. Los alimentos consumidos son impuestos socialmente, las personas son influenciadas sobre qué deben comer y que no, pero además, nuevos alimentos de otras culturas son introducidos en la sociedad y aceptados sin la mínima oposición dañando no solo la cultura pero la salud gravemente.
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