miércoles, 21 de noviembre de 2018

Proyecto Lector

Para la materia de Literatura, debimos elegir un libro para leer, en mi caso “Los días del Venado” de Liliana Bodoc. Luego de finalizar con la lectura del libro y su análisis, debimos realizar un trabajo final. Este consistió en tomar una parte de la historia y reescribirla, contándola desde el punto de vista de otro personaje. En mi caso, elegí centrarme en la difunta Shampawe, para contar más acerca de su muerte y como ella presencia diferentes hechos que suceden a lo largo de la historia, ya que le di a este personaje un rol particular por lo que habiendo muerto, aún vive.





El ciclo renaciente

Me fui. Hace tiempo ya. Recogía mis flores, morí recogiendo mi favorita, la Belshka. No estuve sola, nunca lo estuve, me acompañaban largas cintas que se movían en dirección al viento, de varias texturas y colores que cambiaban con la temporada. No éramos amigas, pero nos mostrábamos respeto. Hacía tiempo ya que yo recorría esos prados, cercanos al lago y a la cueva. En mi pueblo, Wilú-Wilú, aprendíamos a convivir en cercanía con los peligros de la naturaleza. El temor no existe cuando las preocupaciones son otras, sobretodo las mías, las que guardaba, lo que sabía y nunca pude decir; la muerte me alcanzó, nadie me avisó que vendría tan rápido y menos antes de avisarle al resto que la suya llegaría en los próximos meses.

El rol de mensajera se asigna, la autoridad del pueblo lo decide. A mi no me eligió nadie, nadie más que yo misma. Lo que vi, de lo que fui parte, me vi involucrada incluso antes de saberlo. Dicen que la curiosidad mata, mi curiosidad me abrió el camino, pero mi destino ya estaba escrito, mi deber de vida era uno, uno que quedó incompleto.

Mi peor desdicha de muerta no es haber dejado hijos sin madre o esposo sin mujer o padres sin hija, sino no haber cumplido mi deber. Descubrí mi rol, mi sabiduría, y mi poder demasiado tarde. Ojalá alguien me hubiese avisado. Podría haber sido alguien más que un alma inconclusa. Perdí mi honor en el momento en que fallé, se esfumó, la única oportunidad.

En las tierras se dice que una serpiente gris, especie que hace mucho no se veía, me mordió en el tobillo, que eso causó mi muerte y que los Lulus me encontraron y devolvieron a mi familia. Los lulus, ellos no me encontraron, yo los llamé. Ellos sabían la verdad, la sabían. Al presenciar mi muerte, mi deber se les traspasó a ellos, pobres criaturas; de nada serviría ya que tal era a ser cumplido tan solo por un alma humana.

Ellos presenciaron mi muerte, yo presencié la suya, junto a su asesino. La cadena se cortó, el destino de la vida estaba escrito y jamás pudo ser comunicado. De lograr descifrarlo, si es que en verdad se puede, no ocurrirá jamás a tiempo; para ese entonces todo siempre estará perdido.

No solo llegué a sentir nuevamente el dolor de la muerte, sino también sentí el disfrute de la alegría. Me crucé al Ciervo, mi bello Ciervo. Él me vió, pero no se animó a contar haberme visto; y claro, si ninguna persona pudo ver alguna vez mi ser en transparencia absoluta. El encuentro fue una carga de energía, la que necesitaba para seguir adelante, para ver el desarrollo de esta historia cíclica, que ya viví, y volveré a vivir cuando esta se acabe. He visto numerosos finales, final que cada vez duele un poco más y siempre de diferente modo. Los alrededores cambian, la historia se repite. Nuestros caminos se volvieron a cruzar dado que yo ya había regresado, esta vez más temprano. Estoy acá, de nuevo. He sido enviada para comenzar la nueva vida.

Nuevamente en marcha, el renacer ve el amanecer. Pero rápidamente una nube tapa el azul cielo. La tormenta se aproxima. La tormenta nos alcanza. La comunidad se debilita. El dolor se respira en el aire. Esta vez es doble. Mi amado pero poco comprendido hijo asciende. Y el guía se pierde entre los pastizales. El ciervo cae. Se me estruja el alma; nunca podría decir el corazón porque ya he tenido tantos que el presente se siento ajeno. Nunca llego a acostumbrarme a ninguno de ellos, a sentirme dueña.

Quizás esta vez todo tenga que ser diferente. Volví una vez más, pero esta no debe ser en vano, no debe fracasar mi misión otra vez.

El pueblo revive con el florecer del amor. Mi vuelta solo creará confusión, pero esta vez ha de ser necesaria. Creo que ya es hora de cambiar el destino del renacer.

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